jueves, 8 de abril de 2010

La Samaritana - Nunca Sedientos de Nuevo

La samaritana – Nunca sedientos de nuevo.

Texto Base : El Evangelio según san Juan

Extracto del Libro de Pat Williams y Jim Denney “ Sé Como Jesús “

“ Agua Viva “ .

Unos cuantos días después de ese encuentro tarde por la noche con Nicodemo, Jesús y sus discípulos salieron de Jerusalén y se fueron a Judea, la región que rodea a Jerusalén. Este lugar no estaba lejos de donde predicaba y bautizaba Juan el bautista. Algunos de los seguidores de Juan fueron con éste, molestos porque muchas de las personas que alguna vez habían acudido a escucharlo Ahora seguían a Jesús.

Lejos de molestarse por perder seguidores ante Jesús, Juan estaba satisfecho. “ Siempre les he dicho “, afirmó que no soy el Mesías. Solo fui enviado a anunciarlo. Si toda la gente lo sigue a él en vez de mí, entonces mi alegría está completa. Su reputación debe crecer y la mía disminuir. “ Al mismo tiempo, a los fariseos en Jerusalén cada vez les molestaban más los informes de que más gente estaba siguiendo a este advenedizo predicador, Jesús de Nazaret. Jesús sabía que los líderes religiosos lo querían muerto así que llevó a sus seguidores fuera de Judea, hacia el sur de Israel y el Norte de Galilea. Para legar a Galilea debía pasar por Samaria, Región central de Israel.

Jesús y sus discípulos caminaron por un pueblo samaritano llamado Sicar. Estaba cerca de “ El Pozo de Jacob “, un terreno con historia sagrada tanto para los Judíos como para los Samaritanos. Según la tradición, Jacob padre del pueblo judío, le había dado ese terreno a su hijo José. Era mediodía cuando Jesús se sentó a un lado del pozo. Tenía calor, sed y estaba cansado por el camino. Sus discípulos lo dejaron y fueron a Sicar a comprar comida. El Pozo de Jacob era profundo y estaba revestido con piedra caliza. Quienes sacaban agua tenían que llevar consigo una vasija de barro para sujetarla a una cuerda y subir el agua.

El pozo estaba alimentado por un manantial o lo que la gente de esa época llamaba “ Agua Viva “, a diferencia del agua remansada que se encontraba en una cisterna. Jesús se sentó a un lado del pozo alimentado por el manantial, estaba a punto de tener una conversación acerca del agua, y de darle a la expresión “ Agua Viva “ un nuevo significado, profundo y sorprendente.

Nunca sedientos de nuevo.

No pasó mucho tiempo cuando una mujer se acercó al pozo para sacar agua. Era samaritana, una raza menospreciada por los judíos de aquella época. Los judíos consideraban a los Samaritanos como paganos de Babilonia que hacia unos siete siglos habían sido asentados en Israel por los Asirios. Los Samaritanos habían adoptado muchas costumbres y creencias judías, pero se negaban a aceptar a Jerusalén como un sitio sagrado. Más bien, ellos adoraban a Dios en el monte Gerazim, al norte de Jerusalén. Creían que los libros originales de Moisés habían sido corrompidos por los posteriores escribas judíos. Como resultado de sus ancestros y creencias, los judíos veían a los samaritanos como una secta que practicaba una religión falsa.

Debido a la profunda división cultural y religiosa entre judíos y samaritanos, sin mencionar los tabúes culturales que dividían a los hombres de las mujeres, era completamente impensable que un hombre judío hablara con una mujer samaritana. Entonces Jesús hizo lo impensable.

- Por favor, dame un trago de agua.
La mujer quedo sorprendida.
- ¿ Como me pides eso ? ¿ Como puedes tú, un hombre judío, pedirme un trago de agua a mí, una mujer de samaria ?
- Si sólo entendieras la amorosa generosidad de Dios y quien soy en realidad – dijo Jesús -, tú me pedirías a un trago de agua y yo te daría agua viva.
La samaritana vio a Jesús con sospecha. Este extraño judío parecía inofensivo, pero no confiaba en el. De hecho, creía que se estaba burlando de ella con su plática del “ Agua Viva “.
- Señor – replicó sarcásticamente -, no tienes nada con que sacar agua y el pozo es muy profundo. Dime: ¿ de dónde sacarías esta agua viva ? Parece que piensas que eres más grande que Jacob, el padre del pueblo de Samaria.
Después de todo, este pozo era de él y él bebía del mismo, al igual sus hijos y su ganado, y nos lo dejó a nosotros sus descendientes.

Con éstas palabras restregó su cultura y religión samaritana en la cara de Jesús. Una razón por la que los judíos odiaban a los samaritanos era la forma en que los samaritanos afirmaban ser israelitas, verdaderos hijos del “ Padre Jacob “. Los samaritanos afirmaban ser descendientes de Jacob por medio de los nietos de éste Manasés y Efraín, hijos de José. Esta afirmación hacía a los judíos rechinar los dientes de coraje. De hecho, la samaritana estaba desdeñando a Jesús y mostrándole su desprecio. Ella no tenia más consideración por los judíos que la que los judíos tenían por los samaritanos. Pero Jesús sonrió como si ni siquiera hubiera notado su tono ofensivo y palabras de desprecio. Señalo con la cabeza hacia el pozo de Jacob.

- ¿ Sabes ? Todos los que beben de este pozo vuelven a tener sed. Pero quien bebe del agua que yo le doy nunca volverá a tener sed. El agua que yo doy es como un pozo dentro de nuestra alma, fresca y refrescante, burbujeante y fuente de vida eterna.

Ahora, la mujer sabía que ese extranjero judío le estaba tomando el pelo, pero decidió que los dos podían jugar el mismo juego: - Señor, ¿ por qué no me das un poco de esa “ Agua Viva “ tuya ? ¡ Para que no vuelva a tener sed nunca ! ¡ Ni siquiera tendré que caminar hasta este pozo para conseguir agua !.

¿ Una nueva clase de religión ?

Jesús había estado sonriendo hasta ahora, pero de repente su cara se puso sería. - Quiero que hagas algo. Quiero que regreses al pueblo y le digas a tu esposo que venga acá. “¡Cielos!”, pensó la samaritana, “este extranjero judío está lleno de sorpresas “.

Decidió indagar a donde llevaba toda esta contienda verbal. - No tengo esposo – respondió. - Así es dijo Jesús – hablaste con la verdad cuando dijiste : “ no tengo esposo “, porque has tenido cinco esposos antes.
La mujer se sorprendió y sus ojos se abrieron. - E incluso ahora tienes una aventura con un hombre que no es tu esposo. Así que todo lo que has dicho es técnicamente cierto.

Repentinamente, todo el sarcasmo y burla desaparecieron de la voz de la mujer y la sonrisa de desprecio abandonó su cara. Estaba temblando.
Este hombre le acababa de revelar el secreto más profundo y oscuro de su vida, ¡ algo que nadie más sabía !. - Señor – dijo con voz temerosa -, puedo decir que eres un profeta, ¡ un verdadero profeta de Dios ¡ Incluso mientras lo decía, una temible posibilidad se abría ante ella: si este judío era un verdadero profeta entonces su sistema de fe, incluyendo sus creencias religiosas, ¡ debían ser mentiras !. - Señor, ¡ ya no sé qué creer !. Por generaciones, nosotros los samaritanos hemos adorado a Dios en esa montaña – dijo apuntando al norte, al monte Gezarim -. Sin embargo, tu pueblo, los judíos, dicen que Jerusalén es el verdadero lugar de adoración. ¿ Que debo creer ? .

- Mujer – Dijo Jesús -, créeme a mí. Llegará el tiempo en que la gente se aproxime directamente al padre para adorarlo. No tendrán que ir ni a la montaña ni a Jerusalén. Has adorado a Dios en la ignorancia, sin darte cuenta de que la esperanza de la salvación de toda la raza humana viene de entre los judíos. Pero se acerca el tiempo, de hecho ¡ ese tiempo es ahora mismo !, cuando los verdaderos adoradores puedan adorar a Dios padre en espíritu y verdad. El padre ya esta buscando gente que lo adore de verdad, no con simples rituales, ni en este ni en aquel lugar. Dios es espíritu y quienes lo adoran deben hacerlo honestamente, verdaderamente, en la realidad de su propio ser interno.

La única religión que esta mujer conocía era una religión de reglas, rituales, tradiciones. ¿ Que era lo que este extranjero pretendía, fundar una nueva especie de religión, una en la que ni siquiera importaba si adorabas en Dios en una montaña o en cierta ciudad ? ¿ de que clase de religión hablaba este hombre ?. Las palabras de un desconocido judío parecían atractivas e invitantes, pero violaban todo lo que le habían enseñado. No podía aceptar una nueva forma de adorar a Dios tan radical, ¡ no así nada más por lo que le decía un desconocido judío !.

- Sé que el Mesías legará un día - dijo ella - . Cuando venga hará que todo sea fácil de entender . Hasta entonces, no se en que creer. - El Mesías ya está aquí – dijo Jesús -. yo soy el mismo que te habla, soy él.

La samaritana se quedó tan impresionada por estas palabras que dejó la vasija para el agua en el pozo y se alejó corriendo rumbo al pueblo. El desconocido judío le acababa de contar el más profundo de los secretos de su propia vida.

¡ Después afirmó ser el largamente esperado Mesías ¡ ¿ Sería verdad ? mientras se apresuraba hacia el pueblo pasó junto a los discípulos que regresaban al pozo, después de haber comprado comida en Sicar.

Jesús miró a los discípulos que regresaban y notó la impresión de sorpresa en sus caras. Sabía exactamente lo que estaban pensando, aunque no dijeron una sola palabra. El maestro estaba hablando con una mujer, ¡ y samaritana, por si no fuera bastante ! Se acercaron a él y sacaron algo de pan de sus bolsas.

- Maestro – dijeron, éste es el pan que trajimos. Debes de comer un poco. Jesús ni siquiera miró el pan. Estaba mirando a la samaritana que desaparecía por el polvoriento camino que llevaba a Sicar.

- Tengo comida de la que ustedes no saben nada – dijo sonriendo para sí. Los discípulos lo miraron perplejos. - Mi comida - continuó Jesús -, es hacer la voluntad del que me envió y completar su obra.

Poco tiempo después, la samaritana regreso con un grupo de gente del pueblo de Sicar. - Vengan a conocer al hombre que sabía mis más profundos secretos - les dijo -. La muchedumbre de samaritanos invitaron a Jesús a quedarse con ellos en Sicar, y el acepto quedarse durante dos días.

La gente escuchaba lo que la samaritana tenía que decir y también Jesús. Muchos se convencieron de que en verdad era quien decía ser : El Mesías, el Salvador del Mundo.


Que Dios los bendiga. Su Hermano en Cristo: José Manuel G. Sosa


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